Santo Domingo.- Los brokers que operan en el mundo turístico y residencial siguen actuando a su libre albedrío; es decir, a su manera, sin control e incidiendo más negativa que positivamente en las ventas.
República Dominicana en general y Punta Cana en particular es el país con más intermediarios inmobiliarios del Caribe, que es lo mismo que decir de toda Latinoamérica.
Levantas una piedra, una matica, y aparece un broker. Crecen y crecen sin parar a rebufo del boom turístico y residencial del país y del destino estrella. Como una plaga.
Hay empresas de intermediación que operan baja las siglas de multinacionales, las hay franquiciadas y también las hay de acreditada trayectoria. Pero son minoritarias en comparación con el mar de brokers desordenados asentados en la zona Este.
Intermediarios sin empleados en plantilla, sin el más mínimo rigor, que se publicitan desde sus ordenadores particulares y que solo persiguen la comisión rápida y que no se esfuerzan en asesorar debidamente a compradores y vendedores.
Gente que ha encontrado una veta de oro en el boom residencial y que por tener acceso autorizado a los complejos (cosa que no sucede con los clientes directos) encarecen los precios de venta de los productos.
Y se lavan las manos cuando algunos delincuentes se aprovechan de la bondad de algunos propietarios que venden o alquilan villas o parcelas apremiados por la urgencia de estos brokers desaprensivos. Hay casos notorios de negligencia.
Las autoridades y los dueños de los complejos y proyectos deben actuar sin demora ante estos descontrolados vendedores que tan negativamente inciden en operaciones de real estate.