La ciudadanía de Higüey debería cuestionarse sobre lo que nos cuesta mantener las autoridades municipales electas para gobernar y trazar las pautas del municipio. Tenemos derecho a preguntarnos si en realidad estas llamadas «autoridades» son verdaderamente necesarias y sirven para algo.
El ayuntamiento de Higüey está minado por la indolencia y la ineptitud. Estas personas son tendentes a construir un patrón de actuación totalmente predecible: confían que el pueblo olvide su indiferencia, sus maltratos. Porque cuentan con la astucia de un cacique y sus grandes fortunas, para repartir en los días previos a las elecciones.
La indiferencia e indolencia que hoy espanta a los higüeyanos se relaciona por la forma de ganar elecciones; pero, sobre todo, por el hambre de manejar el presupuesto municipal como si fuera dinero personal.
Nunca la indiferencia de la alcaldesa de Higüey había alcanzado un nivel tan elevado; jamas la acumulación de problemas había afectado nuestra ciudad.
¿Cuánto nos cuesta la indiferencia de la alcaldesa?
No les voy a contestar, sino que les sugiero recorrer la ciudad para que vean la cantidad de basura acumulada; las jardineras de la ciudad abandonadas; la plaza de la Restauración; el parque Las Tres Cruces y el Bulevar sucios, oscuros y usados para actividades que no puedo publicar aquí.
A todo eso, agreguen la biblioteca pública cerrada; ambulancias y vehículos abandonados en un taller,;alcantarillas tapadas, un mercado arrabalizado al extremo; pero, sobre todo, una ciudad que reclama a los cuatros vientos que sus autoridades municipales asuman su rol.
Y usted también se ha preguntado ¿Cuánto nos cuesta la indiferencia de la alcaldesa?
Excelente reflexión, yo muchas veces me he formulado esa pregunta! Al parecer las autoridades de nuestro municipio sólo están para tapar espacios en los puestos de las instituciones públicas, pero la más descarada es la Alcaldesa y el ladrón de su padre, que tienen a los Higueyanos cansados, con raras excepciones de sus lambones coje cheques.